Todos sabemos que la teoría de conjuntos no es de fácil acceso sin una base lógico-algébrica; este libro la hace accesible con un poco de esfuerzo por parte del lector siendo ésta su mejor virtud.
Por teoría de conjuntos entendemos la axiomatización de dicha teoría, y no tanto las operaciones que pueden hacerse con ellos: los problemas de existencia, formación e infinitización para que los conjuntos no sean simplemente colecciones. Esta teoría es la base de la formalización axiomática de la matemática moderna. Trascender los conceptos intuitivos de conjunto y clase supone un esfuerzo considerable para quien no está avezado en las disciplinas de la letra. Por el contrario, se supone que un psicoanalista, si sigue la vía lacaniana, debe ser ducho en dichas disciplinas. Decimos disciplinas de la letra en plural, puesto que hay varias escrituras que provienen del lenguaje, no sólo la teoría de conjuntos, aunque ésta sea esencial para rigorizar el objeto plus-de-goce y para cifrar el goce (cifrado que el inconsciente debe, mediante el trabajo del significante, descifrar). Es conocida la dificultad que existe en la disciplina psicoanalítica, y por ende en la obra lacaniana, para articular la letra soporte del significante, la letra epistolar, envoltura del significante Uno, con las letras efecto de escritura, o en su caso las letras de los objetos de goce.
Dada la dificultad con la letra, es legítimo preguntarnos si se debe sólo a un problema de complicación de razonamiento. Creemos que no. El psicoanálisis nos enseña que la letra es goce y éste es a veces insoportable, sobre todo si no se aprendió en análisis a leer, y la teoría de conjuntos es la formalización más precisa y exquisita de la letra que existe en Occidente. Las letras hacen los conjuntos, nos indica Lacan, negándose a aceptar la definición, aún insuficientemente advertida, de los matemáticos que creen que las letras nombran los conjuntos. La diferencia brota de la articulación entre la letra y el significante, diferencia nada fácil de captar para los susodichos occidentales y que ya aparece en Lacan en un Escrito, “La instancia de la letra en el inconsciente”, en el que articula la letra[1] con el significante y sobre todo estipula las dos operaciones básicas: metáfora y metonimia.
Entre lo real y lo simbólico, el litoral, sólo la letra puede intermediar entre los dos registros, intermediación que Lacan define para el camino de lo real a lo simbólico con esta fórmula escrita: del litoral a lo literal; camino que, a diferencia de la ciencia y siguiendo a Freud, no puede recorrer la metáfora (condensación), sino la metonimia (traspaso) en su función de contabilidad del goce. Tampoco está de más recordar otra fórmula lacaniana: hay que tomar el deseo a la letra.
¿Por qué la letra? La ciencia utiliza como base de sus cálculos los números y su estructura: la topología de números; además los algebriza apoyándose en dos operaciones aritméticas: suma y producto. Por otro lado, la matemática moderna reduce los números a una articulación lógica basada en conjuntos; luego estos no son primeros, como se creyó en la antigüedad, sino segundos. Lo primero es la letra y la lógica. Los números no dejan de ser un caso particular de letras. Además, si la lógica es la disciplina que está como base de la matemática, pero también es una ciencia del lenguaje ¡cómo no iba a ser la disciplina princeps del psicoanálisis! ¿Es que alguien tiene un camino para avanzar en el inconsciente distinto y mejor? Dicho camino aún no ha aparecido, dejando de momento y hasta nueva orden (como le gustaba decir a Lacan) la lógica y la letra como las herramientas base de un futuro método para la rigorización de la disciplina.
Volvamos a nuestro lenguaje: la letra forma parte del lenguaje y también es un efecto del lenguaje: el que se refiere a la escritura y no a la palabra. Luego la letra está al menos en tres niveles:
– forma parte de la palabra (primera división que provoca el lenguaje) si ésta está articulada como función sobre un cuerpo[2] de lenguaje. Recordamos que la cadena significante tiene un soporte de letras.
– es efecto de un discurso si éste también está efectuado sobre un cuerpo de lenguaje cuando pasa a la escritura (segunda división que produce el lenguaje).
– Es la única manera de simbolizar de alguna manera parte de lo que no pasa por el significante, pero como resto de sus operaciones.
Sin la lógica y sin la letra, el único camino posible a recorrer, para la doctrina y el practicante, es la psicología dinámica (dinámica lacaniana en este caso) en la que será muy bien recibido en las instituciones donde la psicoterapia, y no el psicoanálisis aplicado, es la norma.