Aller au contenu
Accueil » El abordaje lógico del ser sexuado

El abordaje lógico del ser sexuado

Este texto recoge la presentación del libro Real y simbólico en el último Lacan. Un camino de ida y vuelta. Apuntes para una lógica de los cuantificadores: “Inexistencia” y “No-del-todo”. Libro del que subscribe y que aparecerá próximamente en las librerías especializadas.

Lo real psicoanalítico

Este trabajo es una incursión en la teoría lacaniana de la modalización. Deseamos poner en relación la doctrina analítica y su rigorización, que sabemos que no puede ser la que se desprende del discurso científico. ¿Por qué la lógica que se desprende del inconsciente no es la misma que la habitual en la ciencia? ¿Es que son muy diferentes? Un principio se impone en la ciencia: la verdad de los enunciados de la doctrina debe ser equivalente a una supuesta verdad en el real estudiado. Dicho de otra manera, hay leyes en lo real que controlan, determinísticamente o no, los acontecimientos. Es lo que se conoce como isomorfía deseada entre la teoría y su objeto.

Podríamos decirlo de la siguiente forma: hay un saber verdadero y uno falso y el saber de la teoría tiene que ser necesariamente verdadero, lo que impone que el saber verdadero coincide con un real. Indicamos que, si puede haber un saber falso, esto significa que el saber y la verdad no coinciden, pero sobre todo significa que puede haber un saber disjuntado de un supuesto “saber en lo real”. De ahí que le pareciese a Aristóteles que era necesario efectuar una modalización de cómo se presenta la verdad en relación al saber. Si la verdad podía ser necesariamente verdadera, pero por otro lado podía ser imposible o contingente o posible, resultaba que desde la teoría del conocimiento se acababa -y esto no se ha puesto de manifiesto con claridad- de escindir el proceso del pensamiento, que crea una realidad, de un real. Toda la teoría filosófica del conocimiento trata de cómo hacer que realidad y real vayan paralelos, es decir, de cómo discernir lo verdadero de lo falso, y en consecuencia construir una realidad que sea isomorfa a dicho real. Luego la modalización aplicaba al proceso de elaboración de la teoría y al final se debía purgar lo que no fuese necesariamente verdadero; por eso la ciencia básica del conocimiento era y es la lógica. El paso científico es absolutamente rígido, en dicha reducción, a lo necesariamente verdadero, pero sin hipótesis de un saber en lo real, “hipótesis non fingo” indicaba Newton. Lo real más bien se rige por una matemática que por un saber. Esto último implica el paso a la escritura, con la que podríamos decir que el discurso de saber de la ciencia produce una escritura que, de ser verdadera (paso a la proposición), coincidiría con una especie de escritura en lo real (las leyes de la naturaleza escritas por un Dios matemático).

Se nos podría oponer que lo probabilístico, una forma de teorizar lo contingente, no es así, pero son conocidas las elaboraciones, por ejemplo de Carnap, para indicar que no se trata de que una proposición tal como « el dado tiene una probabilidad de 1/6 de producir un 6 » quiera decir que la verdad de la proposición « sacar un 6 » sea 1/6 verdadera, sino que la proposición « sacar un 6 tiene una probabilidad de 1/6 » es verdadera. El precio de esta cabriola es que se nos ha colado la verdad semántica (Tarski), ya ha aparecido el metalenguaje, tan apreciado en la ciencia, ya que su doctrina es toda un inmenso metalenguaje.

Utilicemos nuestras categorías: resulta que las operaciones obtenidas mediante el registro simbólico, basado en el significante, no tienen por qué ser isomorfas a un real. Éste es el principio psicoanalítico fundamental. En este punto deja de ser una ciencia, caída del Ideal científico de la realidad igual a lo real, isomorfía que el método debía asegurar. La polaridad clásica saber-verdad se abre a un triángulo saber-verdad-goce; el saber procede de lo simbólico, la verdad procede del semblante y el goce procede de lo real. Éstos no pueden nunca superponerse en una especie de Ideal que podríamos denominar un saber verdadero gozante, típico de las sectas, pero tampoco como un saber verdadero, fundamento de la ciencia. La tesis lacaniana, en tanto el inconsciente está estructurado como un lenguaje, implica una verdad del dicho y no del decir; es « la verdad, yo, hablo » pero sólo se puede decir a medias. No es una desconexión completa de la verdad de lo real. Este punto es muy importante a la hora de elaborar la doctrina de la interpretación: no-cualquiera sirve. Ya no tendremos sólo la verdad del significante, sino una segunda verdad: la de la estructura. Situémosla.

Entre el saber y lo real se nos sitúa el goce y ahí aparecerá el semblante fálico. Luego levantar la verdad del sujeto, primera definición de la interpretación, nos planteará el goce en juego. En Freud, el goce provenía de la pulsión; en Lacan, en la época del Escrito “Subversión del sujeto…”), también. Pero habría que diferenciar el goce del recorrido pulsional del goce del objeto. ¿Qué es el objeto en psicoanálisis? No se trata de un objeto fenoménico ni de un objeto de la realidad, sino un resto que no puede significarse. Es, pues, la primera manera de teorizar algo de ese real que no pude pasar por el significante. Quisiéramos aclarar que el objeto aparece, lógicamente, por la imposibilidad de que lo que se teje en la diacronía sea equivalente a lo que se teje en la sincronía, o dicho de otro modo, no existe el Todo que incluya los todos diacrónicos y sincrónicos[1]. Luego el objeto aparece rompiendo la posibilidad ideal de que la cadena del significante sea isomorfa a la cadena del significado. Una vez más, habrá que diferenciar la teoría del valor (saussoriana o marxista) del plus-de-goce.

Por el contrario, el sujeto aparece dividido entre la cadena del enunciado y la de la enunciación, de ahí que el fantasma haga de significación-nudo entre las dos divisiones. Por eso aparece como respuesta al significante de una falta en el Otro. Es muy común confundir la cuestión del metalenguaje en Lacan; el metalenguaje se da entre la cadena del significante (aunque sea dividida en las dos: enunciado y enunciación) y la cadena del significado y nunca entre las dos cadenas del significante. Por eso es la significación del significante de una falta en el Otro, , el que indica que dicha función metalingüística falla. Insistimos, falla por el hecho de intentarlo. Entre las dos cadenas del significante, o entre el Ello y el inconsciente, aparecen tres operaciones: alienación, trasferencia y verdad.

Ahora bien, el objeto ¿es todo lo que no pasa de lo real a lo simbólico ¿qué queda fuera del correlato fantasmático? ¿Qué hay en ese espacio que se abre con el –j ? [2] El esquema R es común tanto al lado masculino como al femenino en tanto es la estructura de la realidad psíquica. Pero hemos dicho que real y realidad no coinciden en el discurso psicoanalítico, luego el objeto causa del deseo, petit “a”, deberá pasar a ser un representante del plus-de-goce.

Por otro lado, si es un real que no-pasa y para pasar hay que pasar por lo escrito[3], es entonces el auténtico real lo que no se puede escribir, quedando el real del preconsciente, o del real ich como secundarios, y sobre todo la pulsión, como representante de dicho real, queda del lado de lo necesario. Sólo con lo dicho se justifica ya por qué en la doctrina psicoanalítica la modalización es intrínseca a su discurso. No sólo aparece lo necesario del Uno de la repetición[4], sino lo imposible a escribirse. Un imposible que, a diferencia de la ciencia, sí tiene importancia en la doctrina, ya que la modalización es dialéctica. Es un discurso en acción, luego lo que no se escribe no cesa de no escribirse; y lo mismo para los demás modos. En la ciencia sí es imposible, pues no se escribe y punto (un cuerpo no caerá hacia arriba nunca).

Encontrarán tratada esta modalización aristotélica en la primera parte. Evidentemente, encontrarán la modificación que Lacan efectúa para adaptarla al discurso psicoanalítico y no quedarse con la de la lógica al uso, sea de la filosofía o de la ciencia.

 

La continuación sobre : a-NUDAMIENTOS : Coordinador : Carlos Bermejo

 

[1] Dicho con precisión: entre los todos combinatorios construidos con las clases combinatorias, y los todos porfirianos construidos con las clases ídem es imposible establecer una totalidad que incluya a las dos. Esta imposibilidad es la que usa Lacan para rigorizar la teoría del objeto petit “a”, objeto en lo simbólico como causa del deseo y diferenciarlo de los objetos comunes, sean estos del yo, imágenes i(a), o objetos que caen, en el sentido fregeano, bajo los significantes del saber, objetos de la realidad. J.A. Miller lo imaginariza con un ejemplo en su articulo “U o no hay metalenguaje”.

[2] El afuera del plano proyectivo del esquema R de la primera rigorización de Lacan.

[3] Recordamos al lector que entre significante y significado Lacan sitúa la función de lo escrito como intermediaria, entre lo simbólico del significante y lo real del preconsciente. Al principio de su obra Lacan sitúa lo real del lado del preconsciente, es decir del lado de la cadena del significado. Cuando aparece lo imposible, indica que algo queda fuera de esa cadena, la única que no desdobla como las simbólicas y los cortocircuitos imaginarios, por eso debe pasar del grafo al nudo.